PREPARATIVOS IV: "El Polar"


Acabo de mandar "el Polar" a revision, cambio de pilas y demás. Cuando lo veo con este aspecto se que me tengo que "compadecer de él"
En la foto mi actual S 725 X hace unos dias. 


"El Polar" ha sido parte importante de mi proyecto comunicativo desde que lo concebí, subir cada día una crónica, con la gráfica de cada etapa ...
¡cada vez tengo más claro que no estamos el uno a la altura del otro!
  En Estambul lo "convertí" en un G-shok Polar. Cuidarlo siempre fué
una prioridad, ¡mis "buenos cuertos" me costó!

En la foto mi antiguo y "requisado" S 725. Estambúl 2006. Las fotos "del Polar" estan hechas sobre la mesa de la foto contenida en este enlace.



Que yo recuerde empecé a hacer deporte en el verano del 76. Tenía por aquel entonces 7 años, un chándal de algodón azul al estilo boxeador, el recuerdo de la olimpiada de Montreal en la “tele”, con Vasiliy Alekseyev, levantando una barra …,
o colgando de ella. Depende de la toma.

No empecé a hacer deporte “en serio” hasta el 87. Entiendo por hacer deporte “en serio” a entrenar para conseguir un objetivo. Hacer deporte esporádicamente, por que me divertía, no lo considero entrenar. Eso es lo que hacía antes.

El triatlón de Avilés del 87 fue el detonante para que comenzara a entrenar “en serio”  Sobre lo acontecido en este tri, la parte mediática, no me extenderé. Quien quiera ampliar sus conocimientos le proporciono dos enlaces. (Enlace 1 , Enlace 2)
La parte personal me la reservo.

Empecé a entrenar con un entrenador de atletismo. Por aquél entonces no tenía ni idea de los principios del entrenamiento, pero me apasionaba, como siempre me ha apasionado, el “por que” de las cosas. Porque mi cuerpo se adapta al entreno, y aumenta su rendimiento.
Por aquellos años comencé a formarte como entrenador. No enumero mis títulos. Un título solo asegura que una vez se tuvieron los conocimientos necesarios para superar un examen. Se por experiencias vividas en exámenes, que a veces ni eso.
Que esos conocimientos lleguen hasta en presente es otra historia.
No enumero mis títulos, pues quien habla por escrito es una persona,  no un título. Quien me crea que lo haga por lo que soy, una persona, y no por los títulos que pueda exhibir  …
¡ahora no estoy buscando trabajo!

A mediados, finales de los 80 comenzó a introducirse el uso del pulsómetro. El primero que recuerdo era un Seiko, no era inalámbrico, llevaba un cable desde el receptor pectoral, hasta el reloj de pulsera. Nunca usé uno, pero se puede imaginar lo incómodo que debía de ser su uso sin ropa de manga larga.
Su uso no comenzó a generalizarse poco a poco, hasta la aparición de los inalámbricos. Cuando digo los inalámbricos es un plural de modestia, estoy diciendo “Polar”

Comenzaron a introducirse por el ciclismo. Siempre me llamó poderosamente la atención que un deporte tan extremadamente inmovilista, tan anclado a aquello de “algo esta bien hecho por que siempre se hizo así”, estuviese a la vanguardia en este tema. Paradojas de la vida.

Yo no tuve mi primer polar hasta que estrené década. No obstante conservo de años anteriores dos documentos que son especialmente valiosos en “mis archivos personales”

UNA DE ESAS GRÁFICAS:

A finales de los 80 ya había pulsómetros con memoria que guardaban los datos de los entrenos, y se podían extraer en forma de gráfica.  No era tan sencillo como hoy día. No todo el mundo tenía un P.C. en casa, pero tampoco se sacaba con una computadora.

Por aquellos años el sistema era “extrema tecnología”  La gráfica se hacía con una impresora de la misma casa Polar, era similar a la impresora de un datafono, de hecho utilizaba un rollo de papel, como los de una caja registradora.
Era “extrema tecnología”  pues nadie, como siempre hay excepciones, lo tenía en su casa. En este caso el sistema era propiedad del servicio de medicina deportiva de la Fundación Deportiva Municipal de Avilés.
Por dos veces uno de los médicos de la Fundación me dejó el Polar para ir a entrenar, el entreno habitual del medio día, después sacó la gráfica, las que veis. Recuerdo que me sentía un privilegiado, utilizando “extrema tecnología”, cosas no muy habituales por aquél entonces, y que seguro no le dejaban a todo el mundo. Me gustaba pensarlo.

OTRA GRÁFICA:


A mediada que fui sabiendo un poco más de ese “por que de las cosas”, en este caso como se adapta mi cuerpo a las cargas de entrenamiento, me di cuenta que eso de controlar la frecuencia cardiaca en los entrenos, era muy útil. Ahora lo sigue siendo, pero he pasado de conocer el relativismo en los estudios, a experimentarlo en vida propia. El control del entrenamiento mediante la Fc no es una excepción al relativismo.

Pasados unos años se pasó de la “extrema tecnología” a la tecnología casera. Se popularizaron los ordenadores personales, la tecnología de los Polar mejoró, se llegó a un punto en el que este tipo de control del entrenamiento era muy accesible a todo el mundo.
Yo no tenía computadora por lo que nunca me hice con unos de estos pulsómetros, pero siempre tuve ganas de uno.
En el 2000 las cosas comenzaron a cambiar. Por una serie de motivos, y sobre todo la red, empecé mi era informática.
Recuerdo que para escribir un folio, con más huecos que llenos, tardaba una hora, y yo quedaba agotado hasta el día siguiente.

Poco a poco me fui familiarizándome con la máquina, hasta que en 2006 dí un salto de gigante en lo tecnológico, y en lo emocional.
Me compré un ordenador portátil, y un pulsómetro conectable al ordenador, el Polar S725. Hice realidad esa ilusión que tenía cada vez que veía las gráficas que aquí comparto con vosotros.

Al principio estaba maravillado. Estuve 2 semanas estudiando las instrucciones, no muy bien traducidas, hasta que lo estrené. Les hice saber a los de Polar mi satisfacción, por su parte todo fueron facilidades para que pusiera medallas en su pecho …
¡estaba maravillado!

Pasados unos meses comencé en Estambul, La primera etapa de “Mi vuelta al  mundo en bici …” …semanas después me dejó tirado.
En el Sur de Turquía, concretamente en Bodrum, hablé con el servicio técnico, se había terminado la pila. Mala suerte pensé. Me aconsejaron traérmelo a España, y cambiarle aquí la pila. Tuve que comprar un reloj, y un cuenta, y además preocuparme de no perder “el Polar”

En el primer viaje por Patagonia también decidió “ir por libre” me volvió a dejar tirado.

En el segundo por Patagonia un tanto de lo mismo, pero a medio viaje. Tuve que volver a comprar un reloj, en Esquel, y un cuenta, en Bariloche. A raíz de este viaje “los pechos” comenzaron a encoger, no había medallas que colgar, y si explicaciones que dar.

No cuestiono en absoluto la buena voluntad que Polaribérica haya intentado, pero …
Recuerdo. “En caso de accidente no me quiten el casco” Recuerdo la cantidad de parapléjicos que hay, no victimas de su accidente, sino de bien intencionados.
Uno de estos actos de buena voluntad es repararme “el Polar” estando en garantía y no cobrándome nada.
Otro acto de buena voluntad fue “requisarme” sin consulta previa mi S725 y mandarme el S725X sin libro de instrucciones.  Me molestó y mucho dado que no es la primera vez que me ocurre, no con Polar, que otros tomen decisiones que me competen únicamente a mi. 
Cuando se alcanza el zénit del despropósito comercial es cuando tengo que leer, que soy un desagradecido por que me reparan el reloj y no me cobran nada. En ese momento tocamos techo.

Recuerdo un amigo y además jefe que antaño que me dijo, “cuando vallas a hablar cuenta hasta tres, si después sigues con ganas de hablar hazlo, sino calla”

Tuve ganas de hablar en diciembre del año pasado, y callé. En diciembre escribí la carta que resume, o resumía mi estado emocional, y callé. No la publiqué.
No conté hasta tres, esperé semanas y meses, dí un plazo largo para no perjudicar a nadie inútilmente, pero a mediada que avanzo en el viaje de la vida, poco a poco, cada vez veo menos difusa la línea que separa el ser bueno, del ser bobo.

En diciembre del año pasado estuve en la oficinas centrales de Polar. Quería que me explicasen, mirándole a los ojos “al epistolario electrónico”,  eso de que por que soy un desagradecido. Llegué un viernes de tarde, solo había una persona, me atendió en la puerta. En la puerta como a esas personas, animales y cosas a las que no se les deja pasar.  Esa persona tenia prisa, pero mi reloj corre igual dentro que fuera.

Quería saber de una vez por todas, ahora ya lo se y la repuesta es NO, si “el Polar” mi Polar es un aparato a la medida de mi proyecto. Esa persona me aseguró que si, se equivocó. El año pasado también me dejó tirado. 5 viajes y no ha terminado ninguno …
¡me ha dejado tirado en todos!

Se por experiencia profesional propia, ajena, y por la teoría, que es el vendedor quien debe de limar las asperezas con el cliente. En este caso el cliente tuvo lo iniciativa de limar asperezas y dirigirse físicamente al vendedor, resultado. Ser tratado como esas personas, animales y cosas que se dejan a la puerta.

No pasó mucho tiempo desde el final de la conversación a la puerta, y mi terapia. Me sentí mal, bastante mal, y comencé a hacer terapia. Esa terapia que consiste en coger cosas de dentro de uno, cosas feas, sucias y desagradables, y sacarlas fuera. Colocarlas ordenadamente en un papel, o en una pantalla de ordenador.
Solo tardé el tiempo que transcurre en ir desde la primera planta, a la cafetería.
Mi estado de ánimo era el que se puede interpretar al leer la carta, pero aún así no la publiqué …
¡conté hasta tres!

No quería perjudicar a nadie, aunque también quería publicarla, encontré una solución salomónica. La publicaré si me vuelve a dejar tirado.

Hola Alex:

Acabo de estar con los de Polar, de hecho te escribo desde el restaurante que hay debajo, donde he comido.
¡Que diferentes somos las personas!

Tanto ayer como hoy me habéis hecho sentirme importante. Me habéis dado cosas que son útiles en mi viaje sin que las haya pedido. El ahorro económico tiene su importancia, no lo negaré, pero no son más que unas pocas horas de mi trabajo. Lo más importante para mi es el apoyo moral, el saber que hay gente detrás que apoya mi proyecto con gestos concretos, no con una palmadita en la espalda.
Nunca he sido cliente vuestro por lo que no tenéis ninguna “obligación”, así y con todo me habéis hecho sentirme importante
¡Que diferentes somos las personas!

Acabo de estar con los de Polar de los que si soy cliente. Me he comprado  un pulsómetro suyo que no me a costado unas horas de trabajo, sino más de una semana. Me dejó tirado en Turquía, en Patagonia también. En España se volvió a estropear y me mandaron uno nuevo y diferente sin previa consulta, como si no fuera mío, y si de ellos. A los dos meses también “se fue de vacaciones” Así y con todo se me acusa sibilinamente de desagradecido por que se me repara sin coste alguno, portes incluidos, y me quejo. He ido en persona a la central, el responsable no estaba, pero aquello rezumaba soberbia. La soberbia de dejar en la puerta a un cliente que ha recorrido la distancia que sea para ver a un proveedor, cuando lo normal es que sea el proveedor quien visita al cliente.   Me da lo mismo que sea la hora de cerrar, es la misma hora a la puerta que dentro del local, los segundos pasan igual de rápido dentro que a la puerta.
La soberbia de arrebatarle algo de las manos a un cliente, sin ni siquiera pedir permiso. Creo que con semejante actitud, el seguir intentando un acercamiento es cruzar la barrera invisible que separa el ser bueno del ser tonto.
Te lo repito Alex …
¡que diferentes somos las personas!
GRACIAS a todos vosotros

NOTA DE NOVIEMBRE DE 2016:
A estas alturas puedo afirmar la falsedad de Javier Villareal, jefe del Servicio Técnico de Polar, cuando me dijo que si la pila no se cambiaban en el Servicio Técnico se estropearía en reloj.

Hace ya mas de un mes que la cambie en una relojería, y la primera sorpresa es que la que se quito era una Panasonic, exactamente igual que la que compre en una tienda para que me la instalara el relojero. Después de un mes del cambio el reloj esta funcionando perfectamente, incluso en combinación con la computadora.
Modelo de pila que lleva mi reloj, exactamente igual que la que saque gastada, y la nueva, las dos Panasonic.


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